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Folio 189r

 

Largos plazos passaron que non fue el conde pagado,

nin quirié ir a las cortes a menos de entregarlo.

Con fijos e con fijas e con mugieres, castellanos van a las cortes de León.

E conde Fernán González dixo al rey atanto,

‘Rey, non verné a vuestras cortes a menos de ser pagado,

del aver que me devedes, de mi azor e de mi cavallo.’

Quando contaron el aver, el rey non podía pagarlo,

tanto creçió el gallarín que lo non pagaría el regnado.

Venieron abenençia el rey e el conde loçano,

que quitasse a Castilla, el conde fue mucho pagado,

plógol’ al conde quando oyó este mandado.

Assí sacó a Castilla el buen conde don Fernando,

aviendo guerra con moros e con cristianos,

a toda parte de todo su condado.

Avía el conde un fijo que Garçi Fernández fue llamado,

si el padre fue buen guerrero, el fijo fue atamaño.

Con fija de Almereque de Narbona, el conde Garçi Fernández fue casado,

e con ella fizo un fijo que dixieron el conde don Sancho.

Quando a los siete años los infantes de Salas mataron,

morió el conde Garçi Fernández, cortés infançón castellano.

El buen conde don Sancho,

e dexóles buenos previllejos e buenos fueros con su mano.

E fue reçebir fija del rey de León, nuera del conde don Suero de Caso,

e en ella fizo un fijo quel’ dixieron por nonbre Sancho.

Atanto salió de cazador en el monte que’l non cogía el poblado.

Púsol’ por nonbre el padre Sancho Avorta, por amor de destroir.

Desque vio el padre que era de edat, a Burgos fue llegado.

A los treinta días conplidos ayúntanse í los castellanos.

Desque los vio el conde, en pie fue levantado,

‘Oítme, castellanos, a buen tiempo só llegado,

por vos fazer más merçed que nunca vos fizo omne nado.

El conde Fernand Gonçález, mi avuelo, sacóvos de tributario.

El conde Garçi Fernández, mi padre,

e yo divos fueros e previllejos confirmados con mi mano.

De condado que es Castilla, fágovosla reinado.

Fagamos mio fijo Sancho Avarca rey, si vedes que es guisado.

Nieto es del rey de León, non ha quel’ diga ome nado,

que non sea rey de Castilla, ninguno non será osado,

si non, aquel quien lo dixiesse bien sabría vedarlo.’

Mucho plogo a castellanos quando oyeron este mandado.

A Sancho Avarca besan las manos e ‘¡Real, real!’ llamando,