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Folio 188v

 

E teniendo la infanta los ojos, vio venir grandes poderes,

e dixo al conde, ‘Muertos somos, ¡mal pecado!,

ca haevos aquí los poderes del rey don Sancho mi hermano.’

E el conde tendió los ojos e fue los poderes devisando,

e conoçió los poderes e fue muy ledo e muy pagado,

e dixo a la infanta, ‘Esta es Castilla, que me suele besar la mano.’

E la infanta paró las cuestas,

e cavalgó muy privado en la mula del açipreste el conde,

e de pie iva la infanta,

e salió del monte privado.

E quando lo vieron los castellanos, todos se maravillaron,

mas nol’ besaron la mano nin señor nol’ llamaron,

ca avían fecho omenaje a una piedra que traxieran en el carro,

que traían por señor fasta que fallaron al conde.

E tornaron la piedra a senblança al Monte de Oca,

al logar donde la sacaron,

e todos al conde por señor le besaron la mano.

E este conde Fernand Gonçález, después que en Castilla fue alçado,

mató al rey don Sancho Ordóñez de Navarra,

e él fuera en degollarlo con su mano.

E non quería obedeçer el conde a moro nin cristiano,

e enbiól’ dezir al rey de León, fijo de don Suero de Caso,

don Alfonso avía por nonbre.

El rey enbió al conde enplazarlo,

que le veniesse a vistas, e fue el conde muy pagado.

Cavalgó el conde commo omne tan loçano,

e a los treinta días contados fue el conde al plazo,

e el plazo fue en Saldaña.

E començóle él a preguntarlo,

‘E yo maravillado me fago, conde, cómmo sodes osado,

de non me venir a mis cortes nin me besar la mano,

ca siempre fue Castilla de León tributario,

ca León es regno e Castilla es condado.’

Essas oras dixo el conde, ‘Mucho andades en vano,

vós estades sobre buena mula gruessa e yo sobre buen cavallo.

Porque vos yo sofrí me fago mucho maravillado,

en aver señor Castilla e pedirle vós tributario.’

Essas oras dixo el rey, ‘En las cortes será juzgado,

si obedeçerme devedes, si non fincatvos en salvo.’

Essas oras dixo el conde, ‘Lleguemos í privado.’

En León son las cortes, llegó el conde loçano,

un cavallo lieva preçiado e un azor en la mano.

E conprógelo el rey por aver monedado,

en treinta e çinco mill maravedís fue el cavallo e el azor apreçiado.

Al gallarín ge lo vendió el conde, que ge lo pagasse a día de plazo.